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¿Ay de ellos?

(Publicado el 21 de mayo de 2011 en el sitio de la IPNJ Central Pereira)

El capítulo 23 de San Mateo me estremece de principio a fin. Allí Jesús está acusando a los religiosos de cuello blanco, corbata cara, zapatos embetunados, pero manos sucias y corazones podridos. Los que dicen y predican solamente con sus dichos, pero sus obras son la negación de su discurso.

Los que cierran el reino de los cielos delante de los hombres, es decir, no entran ellos, ni dejan entrar a los que desean hacerlo. Los que creen y utilizan largas y fingidas oraciones como pretexto para sus obras, sin saber que por ello la condenación será mayor.

Van por todo el mundo para conseguir personas nuevas para convertirlos a su religión y una vez lo consiguen, los hacen dos (o más) veces hijos del infierno que ellos mismos. Confían en que sus diezmos y ofrendas los justificarán delante de Dios y se olvidan de lo MÁS importante de la ley: Justicia, misericordia y fe. Es necesario lo uno y lo otro: No se puede colar el mosquito y tragarse el camello.

¿De qué nos sirven las apariencias, los aleluyas, las palabrerías, enseñanzas y lo exterior, cuando por dentro estamos llenos de robo, injusticia, huesos de muertos, toda clase de inmundicia, hipocresía e iniquidad? El Maestro los llamó hipócritas, guías ciegos, insensatos, necios, serpientes, generación de víboras y los interrogó: ¿Cómo escaparán de la condenación del infierno?

Las preguntas que te hago son:

¿Los llamó?

¿Los interrogó?

¿Ay de ellos?

Pienso que la lista sigue igual y me temo que hoy en día sea realmente más extensa. Esa es la razón por la que el capítulo 23 de San Mateo me estremece de principio a fin: ¡Está vivo! ¡Es actual! ¡Debe sacudir a todos los que creemos y vamos por el camino hacia la santidad!

No sé si sientas lo que yo al leer el siguiente versículo dicho por Jesús, pero le pido a Dios que así sea: «¡Religioso, religioso, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta a sus polluelos debajo de las alas, y no quisisteMateo 23:37 (Paráfrasis y énfasis mío).

Amigo, no es cristiano el que habla muy bien en su vida, sino el que vive muy bien lo que habla.

La buena noticia es que aún estamos a tiempo de purificarnos por dentro y darle todo a nuestro Dios. Él es bueno, Él es grande, ÉL ES MISERICORDIOSO Y PERDONADOR y lo será hasta el día de su venida.

Y tú como lo dirías: ¡Ay de ellos! o ¿Ay de ellos?

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