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Manjares celestiales. Parte 3 de 8

(Publicado el 14 de julio de 2011 en el sitio de la IPNJ Central Pereira)

El proceso digestivo

Allí va la cuchara con el alimento hacia la boca donde empezará el proceso de digestión. Los más meticulosos repararán y hasta olerán la sustancia, para decidir si ésta es digna de ingresar en su organismo. Cuando llega a la boca, los dientes serán los encargados de triturarla convirtiéndola en partes más pequeñas que puedan seguir su recorrido, pero es finalmente la lengua quien saboreará y aprobará o no el paso de la comida. En caso de no hacerlo, aún es fácil (aunque no sea muy estético), rechazar o escupir el bocado, salvando a nuestro cuerpo.

Si la comida es aceptada, con la ayuda de la saliva, la lengua empujará el alimento hacia la parte trasera de la boca camino hacia el esófago, que será atravesado en cuestión de segundos y el alimento se estacionará en el estómago, donde será nuevamente aplastado, mezclado y amasado, pero además se le añadirán algunos jugos para transformarla y dejarla lista para continuar su recorrido.

Luego de algunas horas, la comida entrará en el intestino delgado donde unas sustancias muy poderosas la cubrirán por completo y la transformarán nuevamente. Estas sustancias además de poderosas son muy cuidadosas, por lo que ningún trozo de alimento escapará a su ataque. En este proceso, que dura hasta 2 días, es donde se separa aquello que nuestro cuerpo utilizará y lo que no. Lo que no se utilice debe ser desechado, es basura, no sirve para nada y por eso pasa al intestino grueso para ser expulsado de nuestro cuerpo.

Esa, a grandes rasgos, es la función constante del aparato digestivo que día a día sin descanso, trabaja para nosotros. ¡Gracias a Dios por un cuerpo tan perfecto! ¿Ajá y qué? Bueno, pues aquí hay una enseñanza:

Espiritualmente el proceso no empieza en la boca sino en las orejas, así somos alimentados. Claro, también habrá los «meticulosos» que olfatearán y dejarán que las apariencias determinen si ser alimentados o no y en ocasiones el juzgar antes de tiempo provocará que una bendición no sea recibida. Ojo, las apariencias engañan y si no lo crees, quizás nunca has visto ni mucho menos probado la butifarra que venden en Valledupar y sus alrededores, jaja (¡Saludos a los hermanos y familia en Valledupar!). A veces es mejor probar y escupir que no probar.

Nuestra lengua es una experta en saborear y discernir si un alimento está vinagre, vencido, dañado o es desagradable y nos hará daño; igualmente nosotros deberíamos tener suficientes bases bíblicas para que al momento de oír una palabra podrida, la escupamos rápidamente porque comida podrida en estos tiempos que la hay, la hay.

Pero también sucede que cuando la comida es buena, en algunos casos no la disfrutamos como debiéramos ni la masticamos como dicen que debiéramos: ¡Por lo menos 30 veces cada bocado! Sino que tragamos entero y frases increíbles deliciosas y nutritivas, (sucede mucho con los versículos bíblicos y las canciones que escuchamos), «entran por un oído y salen por el otro». Por ejemplo, una frase sin masticar sería algo como esto:

todolopuedoencristoquemefortalece

Que cuando la masticamos, saboreamos y disfrutamos, puede convertirse en un alimento capaz de transformar poderosa y radicalmente nuestras vidas. Haz el intento, mastica bien esta frase:

Todo  lo  puedo  en  Cristo  que  me  fortalece.

¿No sabe distinto cuando lo haces? Cuando te das cuenta de que el alimento que pudo haber sido para cualquier otra persona, se convierte en tuyo y ya no dices «Pablo todo lo podía en Cristo que lo fortalecía», sino que dices «YO todo lo puedo en Cristo que me fortalece». En ese momento el alimento ya está en tu estómago y nadie te lo quitará.

Pero aún falta algo. Es la separación que se realiza en el intestino delgado de lo que utilizaremos y lo que no. A pesar de haber degustado, entendido, aceptado y creído una palabra, si no la utilizamos o más bien, si no la vivimos, terminará en el sanitario.

El mundo está lleno de soñadores, pero necesitamos personas que se levanten del sueño y lo conviertan en realidad. Necesitamos personas como los judíos en Berea que cuando escucharon a Pablo y a Silas enseñar, «recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así» Hechos 17:11b. Debemos hacer la separación entre lo bueno y lo malo: «Examinadlo todo; retened lo bueno. (Desechad lo malo). Absteneos de toda especie de mal» 1 Tesalonicenses 5:21,22 (Paréntesis mío).

Pidamos a Dios que nos de cada día un aparato digestivo espiritual que funcione mejor, pero esforcémonos nosotros para que así sea y la próxima vez que vayas a alimentarte, por favor: Disfrútalo al máximo.

Continúa